Con el impacto de la influenza en el país, rescato esta reflexión que escribí el 10 de abril, todavía en un Motorola c650 antes de que estallará esta psicosis general. Para Burroughs las letras son el virus del lenguaje, para mí, Oaxaca es un virus que te infecta, te transforma, te aduce un vicio a escribir, a esculpir, a pintar, a cantar, a caminar en círculos hasta descubrir tu enfermedad.
Respondiendo a la moral de quien vive por las calles sin esperar mirada alguna, puedo afirmar que a pesar del bajo perfil llevo la cruz propia de las fechas, empero la resurrección conlleva agua de chilacayota entre las calles más caras del mundo.
Poesía fluye por las venas entre el desvarío de la razón sin provocación mínima, son las mentiras de lo cotidiano las que persisten en los pasos. Ya no se huye, ni se enfrenta, el viento tampoco tumba, hay demasiado calor sin creerlo, se busca un hogar en casa de nadie, la memoria ya no persiste, la belleza es muerta, la simpatía no es un accesorio es un arma.
¿Y quien dice que no puedo volar? Mañana iré a comer en el zócalo como todo un pichón, más inteligente, menos hábil. La libertad se consigue después de concebir la realidad en torno a las manos que tienes.
Oaxaca también es un virus, sus calles son letras, necesita de los otros para poder vivir y se va en ellos para siempre. Las vacaciones han pasado, vuelve a corroer el mismo sentimiento, ahora vienen los paros, manifestaciones y caras largas, Oaxaca nos come, nos devora y nosotros somos felices.
David Almaraz
Vacaciones de Semana Santa a la Burroughs